Las amigas de María quisieron hacerle un regalo especial por su boda con Pedro, y me pidieron que dibujara todo lo que iba a pasar ese día de Noviembre que habían elegido para casarse. Era una sorpresa, por lo que los novios no sabían que yo estaría allí observando y dibujando.
A pesar de la fecha, el día de la boda amaneció luminoso, radiante. La iglesia en la que se casaban es muy bonita y dibujable desde cualquier encuadre, así que situarme no fue difícil. Un trío de músicos dio color a la ceremonia, interpretando preciosas piezas, y decidí que el violonchelo enmarcara el dibujo de los novios y padrinos en el altar.
Las damitas y pajes estuvieron muy atentos… hasta que ya no pudieron más y empezaron a jugar con sus cestitas. No puedo resistir la tentación dibujar niños en las bodas, y en esta ocasión quise que quedara constancia de cómo los pétalos volaron antes de tiempo.
La salida de la iglesia y el ramo son dibujos casi imprescindibles.
La celebración fue en una preciosa bodega, con un enorme patio, y las amigas de la novia me pidieron que las dibujara a todas ellas con la pareja.
Con la complicidad y las indicaciones de mis clientes durante la comida, fui fotografiando y esbozando a todos los invitados que no podían faltar en el dibujo.
Por último, el baile, que la pareja había ensayado desde hacía semanas, y una frase especialmente elegida para los novios, fue el remate de la crónica dibujada de esta boda que con tanta ilusión les han regalado sus amigas y está ahora con la nueva pareja.
#luminosabodadeotoño